domingo, 24 de mayo de 2015

SILENCIO

Me cansé sin darme cuenta. La luz alegre que al principio acogí, fue cambiando y parecía apagarse. A veces el suceder agota y envuelve la vida con sus momentos, donde segundo a segundo se buscan instantes para llenarlos. 

¿Por qué intervengo? Si hablo quisiera adornar el silencio, pero en sí acoge tal serena belleza, que me da miedo irrumpir en su sueño y desvelando con insignificancias su alma, romperla en mil pedazos.  ¿Acallo entonces mi clamor ocultando mi pensar? Me ahogaré, seguro.

Dicen que se escribe mejor cuando tienes el alma rebosante de felicidad, optimismo, ilusión; también abundan las palabras en el folio cuando el corazón está encogido, dolorido, agrietado... En ocasiones se escribe porque no se puede hablar, no se consigue gritar y se alzan dentro de ti las ideas, los pensamientos, las imágenes, que con ímpetu alocado desean aflorar. Los discursos van y vienen con celeridad y es entonces cuando la paz se esconde tapándose los oídos para no volverse loca.  

Me pregunto si hay que esperar esos momentos para abrir las puertas y que las frases se entrelacen en el papel con la sinfonía de la prosa y de la poesía a la vez… Quizás los pensamientos no parecen listos para escribirlos hasta esos períodos extremos, por lo que es tardío su trazo.  

Las buenas intenciones nunca desaparecen y es un alivio encontrarlas siempre ahí, pase lo que pase. Son esa brisa fresca, continua, que no cesa de rodearme. Oigo su peculiar silbido que balanceándose en derredor, abraza llenando de contento, decisión y una enorme serenidad todo lo que soy, provocando de lo más profundo la exhalación de un suspiro que me renueva.  

¡Qué cosas pasan en la vida!, que seres tan perfectos somos, que maravilloso aliento sostiene nuestra existencia. 

Pero me cansé sin darme cuenta. Aún así ¿seguiré aliada con el silencio, aunque me rompa por dentro?   

Mirar, escuchar, callar. 

jueves, 14 de mayo de 2015

BRILLO DE ESTRELLAS

Han llegado tarde, y a los chiquillos parece no importarles, pues están acostumbrados a ir a su paso. Distraídos, hablan entre ellos sin descanso, atraídos por la infinidad de posibilidades que les proporciona el alegre camino que recorren.

Van felices, sin preocupación alguna, y como si la vida no fuera con ellos. Se entretienen jugando con el viento, hablando con las alevillas, observando a las ardillas en su afán por encontrar sus tesoros, o sorteando, a pata coja, el riachuelo que serpentea la insignificante cumbre del bosquecillo.

Llegan tarde, pero acompañados de cantos y ritmos alegres, de risas y voces blancas que acallan la rutina ensordecedora del hastío.

Sus caras radiantes explican su calma. No entienden el enojo de la espera, porque se saben afortunados. Retozaron con la brisa, cuyo soplo encandilaba sus cabellos, a veces acaracolándolos y otras estirándolos, o dibujando miles de formas que nacían del espejo oscuro del sol. ¡Es sorprendente, cada día hay algo nuevo!…

No se explican por qué los que aguardan no corren a tumbarse en la hierba a oler su perfume, a oír la voz alegre del arroyo, o rivalizar entre ellos para hallar ese trébol extraordinario tan apreciado por su sino… No saben la razón del abandono de sus risas, de sus ilusiones, de la aparición de muchas preocupaciones que impiden disfrutar con los otros de tantas cosas.

Desazonados están los que les aguardan; pero la sorpresa es enorme al advertir la algarabía en la cercanía. Entonces, corren a recibirles con el deseo del encuentro, como si nunca hubieran existido malas caras y enojos.


De nuevo llegan tarde sí, pero descubren que sus rostros poseen brillo de estrellas.

PREFIERO...

Me fascina el color azul esmeralda del mar.

Saboreo la interioridad que me brinda el silencio.

Soy cautiva del perfume que exhalan los arbustos y sotos, después de una llovizna de primavera.

Me embelesan las miradas limpias y las sonrisas nobles.

Cuando empezó todo, te dije que sí, y ya no hubo vuelta atrás, porque quise y quiero seguir diciéndote sí todos y cada uno de los instantes de mi vida.

¡No pensé que, en algunos momentos, costaría tanto!, y Tú me preguntaste ¿Quieres seguir adelante? Mira que habrá sinsabores... ¡Quiero!, respondí entonces y respondo ahora. 

Confío en ti y siempre estaré contigo, aunque el azul esmeralda del mar que me fascina se vuelva oscuro y amenazador; pese a que el gusto por el silencio se rompa, y llene de ecos y voces un bucle de locura incesante; a pesar de que el aroma nuevo de la llovizna de primavera, se descomponga hasta el hedor; aún cuando las miradas que me embargan se vuelvan distantes y las sonrisas se tornen fingidas… Nada, ni nadie podrá inquietarme nunca si tú estás a mi lado.

Prefiero… que me fascine el color de tus ojos.
Prefiero… saborear el silencio con que me hablan tus palabras.
Prefiero… ser prisionera del perfume de tu vida.
Prefiero… amar tu mirada llena de ternura y las sonrisas que me regalas a cada instante que te miro.