Cruzando atolones fundidos en destellos
preciosos, descubrí embelesada el nacarado alarde de la laguna, que en aquel instante
me pareció infinito, por la celeridad del océano en alcanzar la arena. Es
magnífico todo lo que revela la contemplación.
Más allá del arrecife, en las montañas
escarpadas, afloraban conchas arrastradas por la corriente. Se asemejaban a pequeños palacios, que escondidos en el gran azul, luchaban por pasar
desapercibidos y vivir en sosiego por toda la eternidad.
Los dorados reflejos
de sus capuzas, regalaban bajo la espuma fresca su esplendorosa simplicidad, y concedían
el obsequio de un tintineo alegre y vivaracho al encontrarse con la roca. De allí
nacían las melodías que, alentándome a la aventura, me instaban a perseguir el vaivén
de las olas. Escuchando aquella armonía, pensaba que era una suerte maravillosa
poder acompañar su son.
Acudir a la cita del momento no era fácil,
pero intensamente apetecible. Los acantilados orgullosos no saben de delicadezas
ni tampoco de amor, por ese motivo se alzaban impertérritos no dando cabida a preocupación
alguna. Ellos recordaban el perfume que les visitó, el cual, sondeando
sus tallados rincones, esculpió un sentimiento pétreo en algún que otro corazón, marcando con gran aplomo su existencia.
La espuma nacida del mar acudía a abrazar
la tierra, y allí ambas se aliaban para volver a tornar. Quizás partían acompañadas de algún
que otro coral, o de perlas finas desprendidas de sus mansiones, acaso por
ventura, de fresca hiedra arrancada de alguna atalaya…
La mirada del océano me alcanzaba, y con
su sinfonía penetrante me cautivaba de tal manera, que traspasándome con su tonalidad, me hacía completamente
transparente. En ese encuentro agradable e inesperado, la brisa salada
abanicaba un alma que, refugiándose en la verdad, vivía colmada de paz.
Cruzando atolones fundidos en destellos
preciosos nacarados, descubrí embelesada la fuerza de esa criatura, la cual
repleta de vida, abrazaba con su burbujeo todo aquel rompiente.
Que bien que hayas podido encontrar un ratejo para escribir..cada dia entro para ver si me encuentro una publicacion tuya que me lleve a soñar! Gracias! me ha gustado mucho! M
ResponderEliminarQuerida M, ya me gustar'ia tener m'as tiempo para escribir, pero no me cunde. Entre el tiempo ocupado en varios, y el intentar que salgan bien las palabras, con sus acentos incluidos en estos teclados... Uff!!
ResponderEliminarPero en pequenos ratos, aprovecho lo que puedo. Muchas gracias a ti.
Bueno, poquet a poquet..acabas de empezar tu tan merecido descanso..y e iran fluyendo al exterior todo lo que llevas dentro..y nos haras soñar y volar! M
EliminarMuy bonito Srta. Carmey! Espero que te llenes todo lo que puedas de esa paz...(aunque tú ya de por sí...desprendes una gran paz)...Sigue buscando esos huequitos para sorprendernos con tus palabras....Mil bsos
ResponderEliminarMuchas gracias srta. An'onima. Claro que si!!! ojala consiga muchas palabras para regalaros.
ResponderEliminarFenomenal volver a leerte. Distingo dos modos distintos de escritura en este poema : al principio no te encuentro, quizás porque estés demasiado preocupada por adjetivar cada descripción. Esto hace la lectura difícil para la gente novel y da ganas de cortar la lectura. Desde "Acudir.." en la cuarta estrofa descubro más tu espíritu en la redacción.
ResponderEliminarSigue así, pues sólo escribiendo encontrarás ese punto medio virtuoso. Sigue, no lo dejes.
Mil gracias por tus consejos. La verdad es que escribo todo de un tirón, tal y como sale. No soy consciente de esa preocupación que mencionas, pero a lo mejor lo hago sin darme cuenta.
EliminarDe nuevo te agradezco tu comentario.