El mismo Wisey anunció su
llegada sin querer. Las miradas se posaban todas en ese búho blanco de peluche
cuando pasaban por el mostrador. Es la nueva mascota. Son sus grandes y despiertos ojos capaces de atraer curiosa
atención, y sin dilación alguna, embrujados por ellos, lo abrazan amorosamente,
acogiéndole todos los regazos que llenan de miles de caricias aquella delicada
pelusa. Él solo observa, se deja querer, estrujar, acariciar… Pero ¡cómo se
fija!, se oyó en el remolino de la entrada. Desde luego la expectación era total.
Su sonrisa era abierta,
confiada, serena…, se diría que perfecta, pues alcanzaba todo como si lo
envolviera en un abrazo invisible de rubores distintos. Estaba solo, nadie de
su sangre había llegado con él a ese destino, pero casi ni se acordaba de aquello,
aunque había sucedido en apenas 48 horas. Solo pensaba en la nueva vida que le
esperaba.
Agotado y muerto de frío,
su corazón sin embargo se avivaba por las miradas que le recibían. Parecía no
necesitar siquiera una manta para abrigarse, pues se diría que un enorme fuego
de calor conocido le abrazaba con fuerza.
No tenía miedo, habían
sucedido muchas cosas desde que partieron de Latakia. Lo hicieron de noche, y
no era el único niño que subió a aquella chalana. Casi ni sentían el aire de lo
apretados que viajaban, y sólo fueron conscientes de ello al perder a algunos
en el viaje. Y así, sin darse cuenta, crecieron de repente. Todo ocurrió en
unas horas. Instalándose entre ellos como uno más, la caricia del sufrimiento les
nombraba uno a uno en aquella penosa travesía.
Ya no hay que recordar
aquello… Ahora el panorama es fabuloso, y la alegría espera acogimiento,
comprensión, cariño de aquellos que lo tienen todo y que no tienen que perder su
vida para alcanzar la dignidad.
Los agraciados que vivimos
cómodos estamos en otras cosas… ¿o no?
¿Serás capaz de enterrar el
corazón en ti, cegándole para que no sufra?, o ¿Acaso, la sangre se nos volvió
horchata, y no llega a nuestro ánimo el impulso del amor?
No fuiste tú el que partió
de aquel puerto, ni perdiste a tus familiares y amigos en unas pocas horas,
pero a lo mejor serás tú el que un día te encuentres con él, con casi el único
que logró llegar a la meta, y quizás conmovido, le abraces con sincero altruismo.
A Wisey, un muñeco de felpa,
le cubren de abrazos y cuidados cada día. Es amoroso, achuchable, simpático…
A Zaqib de momento le ponen
una manta, le miran, le dan sopa caliente…, pero le falta cariño. ¿Lo tendrá?