Juega
el silencio conmigo, igual que corretea a mi alrededor aquella ráfaga de viento
que, colándose entre las rendijas de la ventana, busca mi estela para
seducirme. Preciso, anhelo y espero ese mutismo. Lo quiero sí, lo ambiciono para
mí. Con él, converso con mi amor, descubro la belleza que me rodea, respiro descansando
en algunos recuerdos, hay tregua en las idas y venidas de los alocados
pensamientos, que no dejan de reflexionar subiendo y bajando empinadas cuestas
juiciosas…
Esta
vez no llega el sigilo inmediatamente, y aparecen aquellos aires que deducen,
opinan, y alcanzan soluciones sin escuchar… Es tremendo, pero aunque no quiero
dejarles hueco, se afincan a mi vera con una facilidad tremenda… ¿Ves?, no soy
distinta de los otros vientos.
Decididamente
si están cerca las corrientes, no puedo más que plisarme y esconder mi sombra para
que, quieta y transparente, pase desapercibida. Enmudecida entonces, no acierto
a ver desde dentro, y yerro en todas las conclusiones. Este es un corolario
inevitable. Y es que después de tantos claroscuros en estos períodos pasados,
el olvido en el abandono se deja notar cada día más.
No
desaparecen aquellos nobles y grandes afectos, al contrario, ahí siguen, igual
que perduran los rescoldos en la lumbre del hogar, que al soplarlos un
poquitín, vuelven con fuerza a arder para calentar aquel espacio que protegen.
Es cierto que empeñado está algún que otro torbellino en sofocarlos también.
Sin
perder el tiempo, la grieta azabache de la indiferencia, rápidamente pretende con
su falla ahogar en pequeñas oleadas el alma, y aprovecha entonces para bañarla
de una noche perpetua, aparentemente serena. Más el amor, escondido, silencioso..,
aunque parezca indefenso, perdura fuerte, grande, fiel, y mantiene unida la
respiración a lo cabal, dándole luz y paz a aquel hálito aún en las peores cadencias.
Esto colma de alegría, pues el cariño siempre vence.
Volverá la primavera, seguro. ¡Qué deseo!... Pero no se abren las puertas en todas
las ocasiones en las que se llama. Las estaciones han ido recorriendo con su
libre albedrío toda la extensión de aquel lar, y parece que el invierno está a
gusto entre esas paredes. Hace frío allí, mucho frío.
Sé,
que al fin se vislumbrará la luminosidad joven y llena de armonía de aquellos corazones
que esperan sin abandonar. Es por eso, que en consecuencia, vivimos agradecidos
de Esperanza.
Querida Mamen..a mi me gusta entretenerme mirando esos rescoldos que dices, que quedan en la chimenea y ven como la indiferencia hace caso omiso de ellos...entonces, voy soplandolos, cada vez..como puedo, unas veces fuerte, otras mas suave, otras cerca..otras..mas de lejos, pero no por ello menos efectivo...y otras..cogiendo el mejor fuelle que yo utilizo para encender los de mi chimenea..y me da alegria ver que van encendiendo!! que chispas salen de vez en cuando, que saltan hacia los troncos.. , a veces tambien secos, en apariencia, de quienes se acercan...hasta que poco a poco..gracias a una pequeña chispa que prende...y queda tan prendida que nunca se apagará!! Busquemos esa pequeña chispa!!Donde esta? Cual es el mejor fuelle? a veces nos lo recordamos la una a la otra y ansiamos encontrarLo...corramos tras el y EL!Para vivir siempre encendidas y dando todo ese calor y color !! M
ResponderEliminarQuerida M.:
EliminarA veces me pregunto, si las personas que leéis mis palabras comprendéis lo que quiero decir. Escribo de un tirón, y ¡hay tanto que decir!, que como si de un embudo se tratase, en ocasiones las frases se quedan apelotonadas en el cuello, y claro, no se si salen enteras o a trocitos... Ja, ja, ja. Bueno, eso forma parte de la alegría de la vida ¿no?
Me da gran alegría tu comentario, porque me doy cuenta que sí que has entendido la entrada. Ya sabes que siempre buscaremos "esa chispa" que prenderá seguro, bosques enteros. Siempre estoy para lo que quieras.
Un besote.