martes, 28 de abril de 2015

¿QUÉ SERÁ?

Dedicado a Esther a quién le gusta adivinar.
(Pero no vale mirar la solución hasta el final, eh?)


Creí que no podría.

Desapareció la sonrisa, aquella que jugueteaba mientras contemplaba el aliento del algodón celeste; la misma que vivía imperecedera en el rostro, buscando otro para obsequiarse. Huyó al mostrarse esa argolla que, asida al corazón descendía, rasgaba, dolía, penaba… y entonces, creí que no podría.

Pensé desaparecer en las sombras y, segura de ocultar este desconsuelo, con los ojos cerrados, respiré lenta y profundamente sabiendo que nadie me encontraría en la espesura, entre la maleza de la umbría.

Fue allí donde nació el céfiro, que transformando el anhelo por guardar lo risueño, atezado e inquieto lo liberó, derramando la esencia que adornaba aquella imagen en un bucle que parecía no tener fin, y en un segundo, lo veló con la negrura más amarga.

¿Poseerá algún fulgor este oscuro nimbo? Si así fuera, ¡podría regresar amando y reconquistaría la esquiva expresión!

No parecía existir huida, creí que no podría.

Pero que júbilo encontré cuando mi alma emergió de lo recóndito blanca, límpida, alegre… ¡Oh!, qué infinitud de despertares me envolvían entonces, y ansiaba encontrarme en ellos para no desaparecer más. Fue en ese momento cuando sucedió…

¡Cómo relumbró de nuevo aquel mirar, al volver el contento a su semblante!

Creí que no podría… y pude.


(Solución: CONFIANZA)

martes, 21 de abril de 2015

Y COLORÍN COLORADO...

Este mundo me fascina. Me atrae cada historia, cada página, cada palabra, cada letra… y la biblioteca está llena de ellas.

Cuando las pequeñas me preguntan, les respondo que por las noches vivo en los libros, cada anochecer me pierdo en uno distinto. Voy a visitar a mis amigos, los protagonistas de los cuentos, historias, novelas, algún que otro filósofo…, eruditos todos ellos.

-¿Eru qué?  Pregunta María.

- Sabios, cultos quería decir. Ellos me cuentan sus cosas, sus aventuras, sus andanzas, sus dilemas y preocupaciones, que también tienen. Me llevan por parajes desconocidos, me introducen en caminos con rincones secretos, a veces fangosos y malolientes, que finalizan en una cueva oscura, una casita encantada, un castillo en ruinas, o en un bosquecillo alegre…

- ¡Hola princesa!, se oye en el patio y, acercándose con sus palabras entrecortadas por el resuello de la carrera me pregunta:
- ¿Dónde has ido esta noche?, ¿Sabes algo del sapito Juan?, ¿Ya ha probado la luna Harry Potter y sus amigos, ya sabes Hermione y Ron Weasley? ¿A qué les supo? Y…
Me enternece responder a todas sus preguntas mirándoles a sus ojos abiertos, llenos de curiosidad y asombro al mismo tiempo.

-¡Oh! El sapito Juan está muy contento. Ganó el primer premio de “Salto a la charca” y sigue esperando a su princesa.  Por cierto, me dio recuerdos para vosotras.  A Harry Potter le supo la luna a poción de duende y mandrágoras, casi igual que a Ron; sin embargo a Hermione le gustó mucho el sabor de la luna a frutos del bosque y polvo de hadas.

Entonces con afán de saber más, me vuelven a preguntar sobre cómo iban vestidos, si encontré la dichosa aguja en el pajar, o me interrogan sobre Robertín, el famoso dinosaurio Rex que se encarga todas las noches de perseguir a los animales de los libros de la sección cinco de la biblioteca.
-¿Estaba muy desordenada la zona de animales esta mañana, princesa?, tendríamos que hacer algo con Robertín porque no para quieto.
-Por cierto, dice Leyre, ¿Tienes más libros de perros?, ¿Cuándo traerás alguno nuevo sobre caballos?, Ayer con el libro que me dejaste, busqué a Willy y encontré varios animales…

Me encuentro en un corrillo dónde soy la más alta. Mire donde mire, veo rostros de miradas simpáticas y risas espléndidas. Y de repente…

-¡Estás loca!, me dice Laura.

Laura nunca sonríe, con su semblante serio me mira fijamente a los ojos, casi sin pestañear, y me interroga:
-¿De dónde sacaste el vestido de princesa el día del cuentacuentos?

-¿Te gustó? es mío, respondí. Tengo un armario con mi ropa de Princesa, no puedo entrar en los cuentos sin vestiduras reales, nadie me conocería, compréndelo.

Me escruta con su mirada penetrante, no me quita sus ojos color miel de encima.

-Ya, bueno…

Da media vuelta y se aleja.

Así un día y otro. Se acerca con sigilo, me examina y dispara sus preguntas.

Hasta que una mañana me sorprende… 

-Y esta noche ¿en qué historia entrarás?

-¿Te gustaría alguna en concreto? No tengo nada decidido y si quieres, mañana puedo contarte algo que quieras saber de algún personaje que te interese.

Duda unos segundos pero me sugiere un título. La sonrío y acaricio su cabeza. Me da la impresión de haberla ganado para, con ilusión y fantasía, soñar sin límites.

Y así se suceden los días en el recreo. Ya hace algún tiempo que Laura me ve, se acerca sonriente y me pregunta qué hice la noche anterior, si descubrí algún escondite nuevo, si vi a alguien desconocido, si hablé con la familia Stilton sobre sus aventuras… Y entonces, observándome con atenta quietud, espera la explicación de mi periplo.

Este mundo me fascina, ¡estoy tan a gusto! Me encantan las sonrisas de estas niñas, sus miradas despiertas, honestas, llenas de confianza..., iría con ellas a cualquier cuento sin pensarlo, incluso a perseguir a nuestro dinosaurio Rex particular y encerrarlo en su póster con barrotes de papel de caramelo. ¡Son una compañía estupenda!.

Me crezco ante sus preguntas a veces imprevisibles y siempre inocentes, simpáticas… y allá voy, desafiando al ensueño con kilos de ilusión, toneladas de cariño y millones de sonrisas para despertar la creatividad en esas personitas encantadoras.

Y colorín colorado…

viernes, 10 de abril de 2015

INSPIRACIÓN

No acaece, sino que se cumple en lo insondable y ni perpetua ni ocasionalmente existe. Sin embargo yace en la intensidad de mi silencio, y ¡cuánto anhelo hacerla mía para siempre!

Si la persigo se esconde, y cuando la olvido, asoma y me sorprende.

¿Dónde estás hoy?, ¿A sabiendas has vuelto a enmudecer? Si esta va a ser tu armonía, ¿cómo podré lanzar al Cielo algunos de mis acordes? Me quebraré entonces y lograrás enmudecerme de nuevo.

Alcanzar tu estela ambiciono,
por ello no eludas mi asimiento,
pues nuestra unión dará vida a la poesía,
y dejará en el olvido el lamento.

martes, 7 de abril de 2015

NUBLADO

Hoy el cielo tiene prisa. Las nubes avivadas con cierta celeridad por el viento, forman y deforman figuras originales imposibles de plasmar.

A veces la vida es así, de hecho cada vez es más común en mi ciudad. Te levantas corriendo, trabajas corriendo, comes corriendo, vives la vida corriendo y duermes corriendo, e incluso sueñas corriendo que vas corriendo… ¡Que risa! Y así es como nos deformamos igual que las nubes, sin apenas darnos cuenta. Ni nos vemos ni somos vistos, ni hablamos ni nos hablan, ni miramos ni nos miran, ni estamos ni somos, sólo pasamos vertiginosamente por la existencia.

De vez en cuando vuelvo a contemplarlo. Hoy está calmado, veo el azur intenso, no hay celajes. En tal ocasión siento paz, percibo la calidez del día que relaja mi cuerpo entero, como si el centellear amarillo del astro, se asentara delicadamente sobre cada palmo de mí ser y sosegara mi alma.

Es extraño que se creen y ausenten las florituras en las nubes y no seamos conscientes en algún instante. Se deshilachan, y en su huida aparecen gestos, formas, filigranas desconocidas, inalcanzables tal vez de comprender pero sí de observar. 

Si aspirásemos la calma en algún momento de la vida, percibiríamos esa nadería aparente que bulle en nuestro próximo y lejano derredor. En esos soplos de bonanza, de firmamento marino, la mirada se aclara, la mente descansa y aparece el regocijo en el rostro... En aquel instante de manera inaudita, soy consciente que me aman y por eso amo y vivo para amar, para darme, para ser ternura, para permanecer y ser puntal, acaso para suceder como esa neblina temprana que deja el rocío allá por donde pasa. 

Deseo velar para que el ajetreo no disipe más esa quietud, ya que su existencia descubre lo nublado en mí.