Este mundo me fascina. Me atrae cada historia, cada página,
cada palabra, cada letra… y la biblioteca está llena de ellas.
Cuando las pequeñas me preguntan, les respondo que por las
noches vivo en los libros, cada anochecer me pierdo en uno distinto. Voy a
visitar a mis amigos, los protagonistas de los cuentos, historias, novelas,
algún que otro filósofo…, eruditos todos ellos.
-¿Eru qué? Pregunta
María.
- Sabios, cultos quería decir. Ellos me cuentan sus cosas,
sus aventuras, sus andanzas, sus dilemas y preocupaciones, que también tienen.
Me llevan por parajes desconocidos, me introducen en caminos con rincones
secretos, a veces fangosos y malolientes, que finalizan en una cueva oscura,
una casita encantada, un castillo en ruinas, o en un bosquecillo alegre…
- ¡Hola princesa!, se oye en el patio y, acercándose con sus palabras
entrecortadas por el resuello de la carrera me pregunta:
- ¿Dónde has ido esta noche?, ¿Sabes algo del sapito Juan?,
¿Ya ha probado la luna Harry Potter y sus amigos, ya sabes Hermione y Ron
Weasley? ¿A qué les supo? Y…
Me enternece responder a todas sus preguntas mirándoles a sus
ojos abiertos, llenos de curiosidad y asombro al mismo tiempo.
-¡Oh! El
sapito Juan está muy contento. Ganó el primer premio de “Salto a la charca” y
sigue esperando a su princesa. Por
cierto, me dio recuerdos para vosotras.
A Harry Potter le supo la luna a poción de duende y mandrágoras, casi
igual que a Ron; sin embargo a Hermione le gustó mucho el sabor de la luna a
frutos del bosque y polvo de hadas.
Entonces
con afán de saber más, me vuelven a preguntar sobre cómo iban vestidos, si
encontré la dichosa aguja en el pajar, o me interrogan sobre Robertín, el
famoso dinosaurio Rex que se encarga todas las noches de perseguir a los
animales de los libros de la sección cinco de la biblioteca.
-¿Estaba muy desordenada la zona de animales esta mañana,
princesa?, tendríamos que hacer algo con Robertín porque no para quieto.
-Por cierto, dice Leyre, ¿Tienes más libros de perros?,
¿Cuándo traerás alguno nuevo sobre caballos?, Ayer con el libro que me dejaste,
busqué a Willy y encontré varios animales…
Me encuentro en un corrillo dónde soy la más alta. Mire donde
mire, veo rostros de miradas simpáticas y risas espléndidas. Y de repente…
-¡Estás loca!, me dice Laura.
Laura nunca sonríe, con su semblante serio me mira fijamente
a los ojos, casi sin pestañear, y me interroga:
-¿De dónde sacaste el vestido de princesa el día del
cuentacuentos?
-¿Te gustó? es mío, respondí. Tengo un armario con mi ropa de
Princesa, no puedo entrar en los cuentos sin vestiduras reales, nadie me conocería,
compréndelo.
Me escruta con su mirada penetrante, no me quita sus ojos
color miel de encima.
-Ya, bueno…
Da media vuelta y se aleja.
Así un día y otro. Se acerca con sigilo, me examina y dispara
sus preguntas.
Hasta que una mañana me sorprende…
-Y esta noche ¿en qué historia entrarás?
-¿Te gustaría alguna en concreto? No tengo nada decidido y si
quieres, mañana puedo contarte algo que quieras saber de algún personaje que te
interese.
Duda unos segundos pero me sugiere un título. La sonrío y
acaricio su cabeza. Me da la impresión de haberla ganado para, con ilusión y
fantasía, soñar sin límites.
Y así se suceden los días en el recreo. Ya hace algún tiempo
que Laura me ve, se acerca sonriente y me pregunta qué hice la noche anterior,
si descubrí algún escondite nuevo, si vi a alguien desconocido, si hablé con la
familia Stilton sobre sus aventuras… Y entonces, observándome con atenta
quietud, espera la explicación de mi periplo.
Este mundo me fascina, ¡estoy tan a gusto! Me encantan las
sonrisas de estas niñas, sus miradas despiertas, honestas, llenas de
confianza..., iría con ellas a cualquier cuento sin pensarlo, incluso a
perseguir a nuestro dinosaurio Rex particular y encerrarlo en su póster con
barrotes de papel de caramelo. ¡Son una compañía estupenda!.
Me crezco ante sus preguntas a veces imprevisibles y siempre
inocentes, simpáticas… y allá voy, desafiando al ensueño con kilos de ilusión,
toneladas de cariño y millones de sonrisas para despertar la creatividad en
esas personitas encantadoras.
Y colorín colorado…