jueves, 17 de diciembre de 2015

TAN SEGURO, TAN CIERTO

Autora: Ana I.     Colaboración: María Carmey


La lluvia caída esta noche, limpiará mi tristeza. Más el sol saldrá entre las nubes, puesto que mi amor es de tal fuerza natural, que no se puede doblegar.

Tan cierto, como que vemos las distintas caras de la luna.


En el amanecer despertó la sonrisa, nació de nuevo el sol. Invariablemente aparece después de cada tempestad, puesto que mi amor, librando cualquier batalla, sale siempre vencedor porque es fiel.

Tan seguro, como que el calor derrite el hielo.


Quisiera que en cada aurora en la que se despierta mi sonrisa, ésta luciera con la misma fuerza del vendaval, puesto que mi alma se colma de alegría con todo el amor que tiene que dar.

Agradecida, vive hasta el final por todo aquello que me regalas.

Tan cierto, como que hay luz y oscuridad.


Me encuentro contigo, y caminamos. Vivimos juntos ese aparente inmóvil aroma de lluvia, que la noche anterior limpió una tristeza. Ahora sin embargo, nos acompaña acicalada una estrella que, haciéndose paso entre nimbos, descubre la hermosura en un tempranero paseo.

El agradecimiento respira alegría, puesto que todo nos es dado.

Tan seguro, como que no hay noche sin día.


Mi gran anhelo sería, impedir que la lluvia tuviera que borrar cualquier tristeza de tu rostro, más sólo soy una humilde mota de polvo entre sus manos.

Cada segundo, cada minuto, cada hora de mis mañanas y mis noches, traerán un nuevo significado de plenitud a mi vida, pues impresa en mi retina tengo grabada tu sonrisa encariñada.

Tan cierto, como que las estrellas brillan cuando cae la noche.


Tan seguro y tan cierto, como la presencia del sol y la luna en el cielo.


martes, 15 de diciembre de 2015

OJEAR ENTRE EL HOJEO

Las hojas yacían desordenadas, y coloridos maravillosos sorprendían surgiendo de entre ellas como sueños despiertos al alba. Cierta viveza y encanto agradaban el sencillo entorno que les rodeaba. Por lo demás…, se percibía el silencio en aquella librería.

La vista alcanzaba un horizonte luminoso y risueño que despeinaba con líneas llenas de vida aquel rincón ensombrecido. Éste parecía deslizarse entre repisas repletas de años y esperas. 

En aquella hermosa cepa los susurros lejanos despiertan impetuosos, acertando de lleno en un corazón que, con ánimo de prosperar, lucha por no levantar el velo de su mirada pues enamorado quiere esa compañía. 

Cuesta no moverse, y con el alma pausada pretende acabar lo que tiene empezado. Pero las voces no cesan, y aumentando su volumen de espesor casi aplastante, llaman al espíritu por su nombre. Una sombra callada penetra en aquel ánimo, y recuerda "tantas palabras"…; tantas, que quisiera tenerlas entre las manos, y ojear entre el hojeo.

La esperanza repasaba todas esas ilusiones; anhelaba atesorar cada una de las frases contenidas en ese cobijo.

Deseo acoger sus conversaciones con verdadero ánimo, y sobre todo, abrigarme con esa intriga que regalan sus narraciones... ¿Querrán volver?, me preguntaba.

La melodía de unos murmullos bulliciosos llenaba la imaginación de aventuras, y paseando sus quinqués en la noche, animaban a la curiosidad huída horas antes. Fue entonces que me vi corriendo, gritando sus nombres… Allí mencioné títulos originales esforzándome por llegar a todos…, pero mis pasos no avanzaban. Así, inquieta, no logré adelantar, pues el aire grueso y ajado me impedía recorrer cualquier pequeña distancia. ¡Os esperaré aquí siempre!, grité.

De reojo miro de nuevo, y desordenadas siguen aquellas hojas. Comprendo entonces el aliento que custodia sus corazones acicalados de esperanzas. Lo que buscan son miradas glotonas, anhelan el tesoro de algunos iris silenciosos que les acojan.

martes, 1 de diciembre de 2015

¡QUÉ FRÍO!

No encuentro despertadores esta noche. El día ha finalizado y un sinfín de voces, prisas, trabajos, sonrisas, esperas, ilusiones, tristezas, y un largo etc., me embargan y pesan a estas horas.

¡Cuántas cosas pesan! Aunque no se expresen, aún cuando sonriamos deleitándonos en conversaciones atrayentes y agradables; incluso cuando se fije el pensamiento en aquello interesante que tenemos entre manos… Pero también ¡cuánto se ama! Este amor es más grande y poderoso. Llena el corazón y hace que sus latidos aclamen con más viveza y energía todo aquello que forma parte de la vida, aún lo más baladí.

Queda poco para el invierno, y me estremezco pensando en el frío, en la nieve que ya apenas disfrutamos. El paisaje cambia, y el alma también. Es por eso que adentro hay que prender fuego, y avivarlo con interés acicalado, para que no se apague. Ojalá que nunca se extinga…, nunca.

El aire fresco se acoge en el rostro con alegría, y es agradable recibirlo como caricia esperada. Más ya no interesan las prosas, ni las miradas que antaño se regalaban, y la frialdad enloquecida, convierte en témpanos de hielo todo lo que convive con nosotros. Es por eso que el frío, quema.

¡Qué frío! Gélido es el derredor, y los carámbanos amenazantes, chocan entre ellos para hacerse presentes. Es momento de dar calor y bienestar, de ser acogedor y animar…, pero cada uno vamos a lo nuestro, y así las huellas desaparecen, siendo imposibles de rastrear. Acompañadme os lo ruego, no huyamos con los frenesíes cotidianos que nos oscurecen, ocultándonos para no volver a asomar.

Llega la quietud, el silencio, la reflexión… y cada cual se conoce.

No quisiera que acabara el día, y mi cansancio no encontrara paz. ¡Quiero volver a empezar! En aquel momento, oí mi corazón, su respirar, su trova… ¿Cuánto has amado hoy? ¡Pues eso es lo único importante!

…Y enseguida trocó el frío amenazador.