Autora: Ana I. Colaboración: María
Carmey
La lluvia caída esta noche, limpiará mi tristeza. Más el sol saldrá entre las nubes, puesto que mi amor es de tal fuerza natural, que no se puede doblegar.
Tan cierto, como que vemos las
distintas caras de la luna.
En el amanecer despertó la sonrisa,
nació de nuevo el sol. Invariablemente aparece después de cada tempestad,
puesto que mi amor, librando cualquier batalla, sale siempre vencedor porque es
fiel.
Tan seguro, como que el calor
derrite el hielo.
Quisiera que en cada aurora en la
que se despierta mi sonrisa, ésta luciera con la misma fuerza del vendaval,
puesto que mi alma se colma de alegría con todo el amor que tiene que dar.
Agradecida, vive hasta el final por
todo aquello que me regalas.
Tan cierto, como que hay luz y
oscuridad.
Me encuentro contigo, y caminamos.
Vivimos juntos ese aparente inmóvil aroma de lluvia, que la noche anterior
limpió una tristeza. Ahora sin embargo, nos acompaña acicalada una estrella
que, haciéndose paso entre nimbos, descubre la hermosura en un tempranero paseo.
El agradecimiento respira alegría,
puesto que todo nos es dado.
Tan seguro, como que no hay noche
sin día.
Mi gran anhelo sería, impedir que la
lluvia tuviera que borrar cualquier tristeza de tu rostro, más sólo soy una
humilde mota de polvo entre sus manos.
Cada segundo, cada minuto, cada hora
de mis mañanas y mis noches, traerán un nuevo significado de plenitud a mi
vida, pues impresa en mi retina tengo grabada tu sonrisa encariñada.
Tan cierto, como que las estrellas
brillan cuando cae la noche.
Tan seguro y tan cierto, como la presencia del sol y la luna en el cielo.
Tan seguro y tan cierto, como la presencia del sol y la luna en el cielo.