Entiendo
a los que amando, viven en la riqueza de un resplandor que todo lo anima.
Desde ahí, quiero enjoyarme con todas esas vidas que, aún escondidas muy
dentro, me llaman para acompañarlas.
Camino
hacia donde me lleva Tu voz, y no me pierdo.
Hoy
quizás no quiso amanecer el día. Distinguí en un primer momento el alba
anaranjada en el lozano horizonte, pero la plomiza y gélida mañana, escondió su
belleza con tesón indescriptible. El cielo, armado de grandes celajes, parecía
abrigarla de tal manera, que hizo desaparecer cualquier vestigio de claridad.
Entre
mis pensamientos y tu armonía, mi corazón descubrió flores silvestres…; grandes
y pequeños brotes, que alegraban esa vereda que se abría al caminar.
Acompañaban
a la mañana, caprichosos sonidos que atraían mi atención
conquistándome. Ni corta ni perezosa, los perseguí durante un rato; más
inesperadamente, fui consciente de mi olvido por respirar… El ahogo suspiró, y
sentí que el alma inquieta te anhelaba. Sabes que mi mayor felicidad es estar
siempre en tu compañía, y arrullar tu Nombre en mis labios.
¡Insólita aurora! ¿Qué clase de amor loco es este, que aún amándote te requiere
más y más? No me canso nunca de Ti, y de este ahora, nace el momento perfecto
para hacer realidad todos mis sueños.
Esta
pizca de luz, es la que necesitaba vislumbrar en el alba de hoy… De ella, asoma
la candela que me hace avistar tu infinita ternura, y redescubrir el amor eterno
que derrochas. Entonces comprendo…, entiendo bien a todos los amantes, que
viven en la fortuna de la luz que todo lo alienta.
¡Tú
eres mi heredad!
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