martes, 1 de marzo de 2016

LUZ EN EL OCÉANO

Desde donde me encuentro, no tengo mirador alguno por donde echar un vistazo al cielo, que seguro sigue siendo de mar, igual que ayer… Pero tengo pececillos en mi pecera.

¿Cómo se hace este problema? La fórmula del es (b.h), pero han dado pocos datos… Entonces, les indico que hay que pensar para aprender, porque ahora se nos da todo hecho, todo cómodo, todo a nuestro gusto; miles de datos e información que no necesitamos...

¿Por qué queremos saber de todo, para todo? Internet nos nutre diariamente, haciendo que nuestra mente se enmarañe con tantísimos documentos, notas, noticias, imágenes, referencias… ¡Con lo importante que es pensar, esforzarse! Necesario es que nuestro cerebro se ejercite, haga gimnasia, y así mantenerlo joven,  atlético, vivo.

¿Qué ha sucedido con la capacidad de admiración, de trascendencia, de sueño e ilusión…? ¿Por qué nos cuesta tanto centrar la atención; leer un buen libro; disfrutar de la música; pararnos y contemplar la naturaleza en silencio; escuchar con gusto, y comprender a las personas que nos hablan…?

Y es que lo que es costoso, no lo hacemos, y punto final. ¿Para qué?, ya existe la Web… Y no caemos en la cuenta, que ésta no tiene corazón, no sabe de ternura, no acurruca, ni escucha cuando nos hace falta cariño o un desaguadero; no abriga, no tiene sentido común, su mirada no es delicada, no vive la comprensión, no se compromete, no valora... Muchos “noes”; quizás demasiados ¿no te parece?

Por momentos no se distingue claridad en las vidrieras de este lugar, no se advierte el despertar de la mañana por mucha luz que haya… Quizás hemos de ser nosotros quienes limpiemos por dentro, y abramos de par en par esos ventanales. Subiremos la rampa, haremos el esfuerzo de acercarnos, y así descubriremos miles de tonos desde ese mirador. De nuevo, la luz y el aire límpido, será el brillo que hará posible el deleite en nuestro interior.

De vez en cuando considero, que las películas de ciencia ficción se quedan muy, pero que muy cortas, en comparación con la gran riqueza de nuestras vidas… ¡Menos mal! Y entonces me estremezco agradecida, porque lo que realmente importa, es seguir siendo personas.

Mis pececillos aprenden deprisa; experimentan, se esfuerzan por atender…, desde luego no sin voluntad fuerte, porque el ambiente que arrastra, es contrario. Ellos serán los que mañana procuren que otros asimilen, atiendan, se esfuercen… ¿Conseguirán la luminosidad en este océano?

El cielo seguro que seguirá siendo de mar, igual que ayer…; y en mi pecera siempre habrá pececillos.

2 comentarios:

  1. Srta. Carmey...que suerte tiene al tener tantos pececillos en su pecera....estoy totalmente de acuerdo con usted, Internet nos tiene atontados, al igual que el resto de tecnologías....pero hay veces q pensar tanto, tampoco es bueno...o sí?
    Espero que siga transformando su mundo en palabras e historias y nos ayude a viajar con nuestra imaginación....

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    1. Qué acertado es su comentario, Srta. Anónima. Efectivamente, el pensar demasiado no es nada bueno. Todo ha de hacerse en su justa medida: "in medio virtus", dice la expresión latina.
      Muchas gracias por su siempre grato y animante comentario.

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