No voy a mentirte, busco qué decirte,
y éste motivo me provoca ansiedad.
Revuelvo todo poniendo mi vida patas arriba,
por si encuentro aquel ensueño en el que vivía feliz.
La compasión es otra cosa.
Algo dentro me dice: ve,
entonces recuerdo al Ángel simpático
que me invitó a entrar un día en casa,
y tirar los zapatos por los aires.
Me preguntaba si esto
vendría bien a mi tratamiento.
Los zapatos salieron zumbando y alguno
se quedó colgado del plafón de la
entrada.
Ahora cambia el tiempo y
aquí estoy, sin poder parar de pensar
¿quién te desenmascarará de una vez?...
Se me pasó el recuerdo de la ilusión y
también la ansiedad.
No soy capaz de reír, no obstante
mi propia vida me lo está pidiendo.
A la sazón me viene a la cabeza,
“¿No te das cuenta que tus pulmones
se hinchan y respiras mejor si ríes?”
María Carmey
Rasgos
y Palabras
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