domingo, 15 de septiembre de 2019

A PESAR DE TODO

Pizca... porción mínima, menudencia ínfima que vive inmersa aquí, en este mi lugar. No tiene nombre, ni edad; es la insignificancia en medio del gran orbe; un mundo que ahora parece envolverse en una terrible locura destructible. Más es alegre su rondar que perfuma el sendero y, unida a su cuna, sin achicarse más, vive feliz en aquella lid. La batalla no le preocupa porque un gran estandarte precede su paso y cuatro personajes alados la van protegiendo. Estando allí, se siente feliz. aunque los tropezones abundan mientras, y así mientras se resuelven pequeñas luchas, a la chiquilla le resultan gigantescas.

“Pon el corazón –se dice a sí misma-, no andes sin sombra; despliega la frescura que guardas expectante, porque aún queda mucho inacabado”. ¡Hay que ganar la vida!

Cercana se alza una promesa que daba brío a  su mirada, y besando el cielo con sus ojos, exclamó: “El ponto espera tu aroma y éste no llega a su destino… ¡ven pronto!”

El impetuoso oleaje nos recibe ¿despertará de su sueño translúcido? ¡Oh qué poquedad y osadía; que carencia y abundancia; es timidez y arrojo...!, tal vez sea hoy el día en que acudáis juntas hacia mí. Os recibiré con gusto.

La estrella que la tutela, está de continuo prendida en su centro; es por eso, que el deseo de recuperar un solo rubí, se convierte en el colofón de su felicidad.

Reales y enérgicos son aquellos alientos de renuevos desconocidos que corretean en la realidad. En sus brincos atrevidos, se perfilan impacientes piruetas con las que ansían calmar la fogosa marea que amaneció en sus entornos. ¡Ya casi puedo recoger los trozos que me faltan!

Sin que fuera avistado, el Sol ahogó aquel "yo" molesto soplándolo con fuerza hacia el océano. Subió entonces como el incienso una brisa casi silenciosa, que canturreando se hizo escuchar en un suspiro espléndido, y volviendo a él con pujanza, le atravesó junto con la espuma del mar, dejando tales cristales cincelados en su pecho. Molesto el ego, dio un brinco y desapareció en la profundidad del abisal.

Los sueños ansían contarse en poemas; las quimeras traducen el espíritu de cada voz; trovas, versos...; leyendas se anhelan con gran frenesí, por lo que se esculpe en ellas con el cincel, un ósculo. Persuádete del triunfo; abraza con tu arpegio a quien encuentres en tu vuelo, que ni un respiro aguarde doliente tu amparo…

Existen esperas necesarias para calmar la paciencia; también hay lágrimas ya secas por la fragancia de una rima; y siempre vivirán sonrisas que acaricien con más frecuencia los graves semblantes olvidados por otros… Lo que es seguro es que hay algo dentro de nosotros que no es "una miniatura" y si le dejamos, no para de crecer separándote de los demás.

Quizá, a pesar de todo, haya mucho más en ti que una simple pizca, ¿es cierto?


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