viernes, 18 de septiembre de 2015

¡RESPIRA!

Me cuesta respirar, y la calma entrecortada traspasa lo que soy haciéndome vapor, dejando en el lar de aquel aire que escapa en cada suspirar, un vacío enorme que mi pecho no vuelve a recuperar. Me duele esa huída, porque se lleva en su bocanada parte de mi fuerza, de mi vigor... más aún, me arrebata a mí misma.

Sí, lo acepto. Sí, aunque lo sombrío vuelva a recubrir con su manto opaco lo agradable, lo bello, lo bueno. Sí, aunque repugne la pena y la inquietud a la que da existencia. Sí, un sí de toda mi alma. Pero no quisiera soportarlo, sino estrecharlo con todo mi ser, como si me convirtiera enteramente en un par de brazos que, acogiendo dan calor, ánimo, seguridad, consuelo, comprensión, amor…

Qué difícil es esto, pues no son perlas, ni alhajas preciosas; tampoco guirnaldas de flores que, dibujando corazones, están dispuestas y resueltas a colgarse en todos los cuellos que encuentren. Nunca fueron mariposas que se enredan entre colores imposibles de pincelar; y jamás se parecieron a aquella sonrisa abierta, que antaño invitaba a seguirla con la confianza de la vida fácil y despreocupada.

¿Qué quieres de mí? ¿Lo estoy haciendo bien?... 
Recapacitando en esto, me doy cuenta que soy capaz de hacer las nadas, y dejarte a ti emprender los todos… Aquellos todos, que todo abarca.

¡Respira!… y consuela con tu resuello al mismo viento que te rodea, que se descubre triste porque nadie le mece. Respira, y exhala tu interior para que, uniéndose con el vigoroso aliento, den cabida a un pequeño tornado que arrase con todo lo que desune. Respira, y sigue respirando mientras, consciente de la maravillosa vida que te rodea, vuelves a perfumar con tu poco, algo de la nada que aún hay en la tierra.

Respira tu propio aliento, inúndate del aire que rebosa la verdad, pues ésta, junto con la sonrisa de la libertad, te llevarán a darte un respiro para continuar respirando, porque mientras así lo hagas, tendrás ánimo, vivirás…

El cítrico reflejo que diviso desde aquí me ha invadido con su luz, y dos ramas de altos álamos que asoman en la entrada, parecen fijarse en mí. Frotando sus hojas contra el muro, por el aire reinante, murmullan: “Abarca todo lo que puedas con tus brazos”.

Por un momento hubo silencio. No apreciaba la vida de mi corazón, pues sus latidos no me reanimaban… Entonces cerré los ojos. Enseguida vino a mi mente la playa que descalza pisé hace apenas unos días antes. Esa arena me perseguía levantándose en cada una de las pisadas que daba. En esos paseos respiraba, me henchía de esa brisa fresca marina que me regalaba el océano, y que consciente de su valor, inhalaba profundamente queriendo guardarla para siempre, y así ser renovada por dentro.

¿Para qué quiero tanto aire bueno? Para llenarme y abrazarte todo lo que pueda, y así refugiarte, tal y como me aconsejaron aquellos chopos bailarines.



sábado, 12 de septiembre de 2015

RAILES Y TRAVESAÑOS

Un fuerte y continuo ruido me despertó de madrugada. El agua golpeaba con energía los cristales y refrescaba el ambiente de la noche.

Abrigándome del frío escuché como un susurro: "Por favor, no huyas de este ahora, recuerda esos momentos en los que te escapabas haciéndote una misma cosa con el viento… Es ese mismo soplo el que hoy vuelve, y te llama".

Mi pensamiento recordando, se fue a aquel entonces, en el que subías hacia el nubarrón dejando una estela de índigo vivo, y tus pinceladas adornaban el trono del Cielo. Te miraba mientras descendías al escabel, y me parecía que los propios Ángeles te acompañaban… ¡Cuánto disfrutábamos! ¡Qué días aquellos! Recuerdo infinidad de cosas, como si hubieran ocurrido hace solo unos instantes.

Ahora miro con cariño esos raíles que, apoyados en los travesaños y sujetos fuertemente a la tierra, soportaban amablemente aquella locomotora vieja pero simpática. A ella, enganchaban unos vagones señoriales, fuentes de nuestra alegría, pues nos llevaban a soñar con lugares inexplorados, lejanos, llenos de secretos que desvelar.

Éramos niños, y la imaginación nos invitaba a volar, a vivir miles de aventuras maravillosas que convertíamos en realidad en un santiamén.

¡Qué habrá sido de ese tren!... A lo mejor descansa en un museo importante; ¿acaso lo emplearían como chatarra? ¡Oh, no!. A lo peor está olvidado y oxidado en una cochera vieja y lejana… ¿Y todas nuestras aventuras?, ¿dónde se quedaron? Cada una de ellas vivía impregnada en las estancias de ese ferrocarril, y ahora, ¿seguirán viviendo allí?, ¿habrán permanecido sus perfumes?

Cierro los ojos y veo sus remaches dorados, además de aquella pincelada granate, que con magnífica perfección, cercaba cada puerta de esos espléndidos compartimentos, en los que encontrábamos confort y abrigo. En ellos vivíamos nuestras batallas, descubrimientos, y un sinfín de historias…, todas ellas distintas y fascinantes.

Repentinamente dejé de oír la lluvia, y el sueño poco a poco volvía a abrazarme acurrucándome suavemente entre sus brazos. Sin embargo, aún me dio tiempo a recordarte, y abandonándome en Morfeo, no quería dejar de escuchar el sonido de aquella vieja y acogedora locomotora, en la que tu y yo soñábamos conquistar el mundo, ese mundo que hoy de nuevo te entrego a ti.


sábado, 5 de septiembre de 2015

PARA SIEMPRE

De suerte está la muerte. Juega con la sinfonía que parece no acabar nunca, y entrelazándose con ella, riza la vida que nos queda.

Las notas del piano corretean con los violines, y al fondo, con cierta timidez se escucha la edad, los años que vividos, pasan como si no fueran nuestros.

El armonio sucumbe a la tentación de unirse a la composición, y como si se tratara de una bonita escarapela, se sitúa en un lugar privilegiado para continuar el ritmo de la respiración, y allí, escucha los latidos con el afán de reproducirlos con su teclado.

La calma baila entre los segundos clareados, y el pensamiento acorde se une al corazón para ser uno…, para siempre uno.

¡Como obviar nuestro ser! Vivimos, existimos, somos; lloramos, reímos, cantamos... Nada hay en nosotros que en verdad repudiemos, aunque así lo asintamos en tremendas ocasiones. La unidad es nuestra sinfonía.

Mi música vive de inapreciables detalles. Es por eso que mirándote a los ojos, no puedo más que decirte que estoy para ti en este momento y siempre. También para ti, y asimismo para aquel, y además para aquella otra persona…. Sí, para ti, que estás leyendo ahora estas palabras que me llevan a tu lado. Estés donde estés, deseo estar contigo. No importa la distancia, ni el lugar, ni la edad, ni el momento, ni la estación del año, ni la dificultad… Pretendo acompañarte hoy, ahora que danzas con la soledad; en este momento que ríes y eres feliz, también cuando lloras y te encuentras solo; por supuesto cuando disfrutas de esa noticia, de esa visita, de esa alegría que te hace regalar sonrisas; también en el día de hoy, en el quieres desaparecer del mundo porque has cometido errores… También me siento así, por eso quiero estar contigo de sol a sol.

Significativo es este conocimiento, porque de suerte está la muerte, y no queriendo ser víctima de su propio ego, sale de sí misma, y tornando, busca darse para vivir, para hallarse en alguien que la mire y así existir dejando de ser nada.

La sinfonía sigue y seguirá, y esta vida mía no es tal, porque es y será para siempre toda tuya, con sus pentagramas torcidos e incompletos, pero auténticos y libres.