Aquella luz sutil que, juguetona
se colaba en la habitación, sacó de mí una sonrisa cuando más lo necesitaba. Ella fue
quién me hizo caer en la cuenta, de esa vida que oculta existe, y solo asoma
cuando la claridad llega.
Como si se tratara de un
vendaval, advertí sorprendida que los rizos alocados del cabello, se enredaban
muy lejos de mí. Aquello parecía una rama naciente de un marjal, aunque mis
esfuerzos afanados, no lograron divisar con nitidez, qué era en realidad.
No dolía el tirón, pero sí el
desgarrón que producía el renunciar al lugar donde me encontraba feliz. El
temporal no se hizo sentir con toda su fuerza, sino que poco a poco, iba
tirando de mí, apartándome de aquello que apreciaba… Una primera vez, derribó
lo que asía con mis manos; después, izándome lentamente, me elevaba alejándome
de aquel terreno que amaba; y ya una vez distanciada a la fuerza, solo me quedó
la amorosa mirada que, desde la altura, no podía apartar de aquella rosaleda.
Sin embargo, la confianza premia su
asimiento, y con gran alegría advertí mientras me alejaba, cómo las rosas iban
abriendo y embelleciendo aquel jardín, que lleno de hermosura, albergaba con
amor el mayor tesoro que había conocido.
¡Vaya condición que me rinde!, ¡Nunca
se me habría ocurrido ser partícipe de tal perspectiva!… Por eso desde aquí, a
partir de ahora, en las mañanas, me pondré mi rojo favorito, para que aquellas
florecillas al notar el carmesí, se sientan amadas de verdad por un corazón siempre
jugoso, que no quisiera dejar de palpitar por ellas. Por las tardes, robaré a
la naturaleza un esmeralda, que irisado por el sol del atardecer, no se aparte nunca
de aquellos rostros, dibujando sus sonrisas. Y en el descanso, las abrazaré con
el pálido hálito de la luna, para arrullar sus sueños, y acompañarles en el
despertar..., de ese modo nunca sentirán soledad.
Reconozco mi limitación, no
obstante la luz alimenta mis alas, y las hace volar solemne y libremente hacía
el sol. De tal manera es así, que andando por el cielo, me dejo caer para acariciar
la sedosa y lozana tierra, y atónita observo que es agraciada en sus diversas
texturas, aromas y colores. Llena de alegría por tal paseo, respiro esos
perfumes, alimentando mi interior de la esencia viva y fresca de aquello que todo lo
contiene.
Aún penden los rizos traviesos
que abrazan con cariño aquellas florecillas, las cuales, sin saberlo,
embellecen esa esquina de nuestro planeta.
Precioso Srta. Carmey! Parece que hemos abandonado por el momento la melancolía....y aunque no me quiero aventurar....no puedo negar que en mi rostro se ha dibujado una sonrisa desde el principio hasta el final...he de confesarle que me sigue fascinando su capacidad a la hora de escoger las palabras y hacer de ellas un conjunto maravilloso...es genial! Gracias Srta. Carmey!
ResponderEliminar¡Vaya, Srta. Ana! Encantada de conocerla.
EliminarMe da una gran alegría saber que ha sonreído leyendo esta nueva entrada. Gracias, muchas gracias por acoger estas y todas las palabras que he esccrito.
simplemente precioso. Fresco y motivador.
ResponderEliminarGracias. Sigue así!
¡Qué bien! Me gusta que te haya parecido hermoso, fresco y animante. Mil gracias Rafa, por tus ánimos que nunca me faltan.
Eliminarsimplemente precioso. Fresco y motivador.
ResponderEliminarGracias. Sigue así!