Explícame por
favor, los pormenores de esta primavera..., es solo porque no comprendo bien
algunos cambios. Cuéntame, dime…, porque poseo palabras que me rondan desde el
silencio; son soledades de la razón que pregunta, y es que ahora, vive un nudo
en esta noche serena.
Me encamino
hacia aquél árbol singular, frondoso, precioso; el mismo que amaba cuando te
contaba historias paseando por un jardín cercano. Me encuentro enlazada a él, y
no sé qué hacer cuando me aproxime de nuevo a su tronco. ¡Quisiera decirle
tantas cosas...! ¿Qué hago? ¿Le rodeo con mis brazos, buscando me envuelva su
serenidad, su fortaleza, su cobijo, su sombra…? Se acerca el
momento de la disyuntiva. Tras aquellos pasos, a veces torpes pero de ánimo
grande, se encuentra el recuerdo del trocito de corazón que enterré un día a sus
pies, y descubro asombrada que ahora es... ¡ENORME! Sobrecogida, me quedo
mirándole en silencio.
Sueños de
entereza y contento, deshilachados, quebrados en esquirlas ínfimas; mi descanso
en vosotros fue una dichosa realidad, mas ahora ya no existís porque os fuisteis
un poco cada día…. Quizás sea mejor separarse, apartarse para buscar la luz de
esos tesoros en otro vergel… Sí, tal vez la claridad de esta diferente mañana, brinde los colores límpidos para un nuevo estío.
Guardo
envuelto en mí, este verdor que me acompaña al caminar, y fortalecida, extiendo
los brazos para alargándolos, abarcar el jardín entero, buscando la fortuna de
dilatar mi amor por el. ¡Ven conmigo aliento!, asoma por fin tu sonrisa, y vive
libre esa respiración profunda que hace tiempo no existía.
Rebusco sin
darme cuenta las sinfonías que quizás, meciéndose en mi contorno, me hagan
volar como aquellas florecillas de almendro, que con una ráfaga pequeña de
viento, se desprenden para bailar la coreografía siempre extraordinaria de la
belleza. Si quieres,
transforma tú también el ambiente, entonando uno a uno esos corazones que te
encuentras cada día. Fíjate, y vive en ellos el reflejo de su pasado. Quizás
fue una vida dura, y las arrugas marcadas en sus semblantes nos seducen con
infinita ternura para, con alegría, entablar muchas, incontables conversaciones
con todas aquellas miradas preciosas.
Con la luz de
esta nueva primavera, observa las pinceladas de los detalles, pues ellos son
los que nos acompañan en nuestros días repletos de metas.