jueves, 26 de mayo de 2016

DETALLES

Explícame por favor, los pormenores de esta primavera..., es solo porque no comprendo bien algunos cambios. Cuéntame, dime…, porque poseo palabras que me rondan desde el silencio; son soledades de la razón que pregunta, y es que ahora, vive un nudo en esta noche serena.

Me encamino hacia aquél árbol singular, frondoso, precioso; el mismo que amaba cuando te contaba historias paseando por un jardín cercano. Me encuentro enlazada a él, y no sé qué hacer cuando me aproxime de nuevo a su tronco. ¡Quisiera decirle tantas cosas...! ¿Qué hago? ¿Le rodeo con mis brazos, buscando me envuelva su serenidad, su fortaleza, su cobijo, su sombra…? Se acerca el momento de la disyuntiva. Tras aquellos pasos, a veces torpes pero de ánimo grande, se encuentra el recuerdo del trocito de corazón que enterré un día a sus pies, y descubro asombrada que ahora es... ¡ENORME! Sobrecogida, me quedo mirándole en silencio.

Sueños de entereza y contento, deshilachados, quebrados en esquirlas ínfimas; mi descanso en vosotros fue una dichosa realidad, mas ahora ya no existís porque os fuisteis un poco cada día…. Quizás sea mejor separarse, apartarse para buscar la luz de esos tesoros en otro vergel… Sí, tal vez la claridad de esta diferente mañana, brinde los colores límpidos para un nuevo estío.

Guardo envuelto en mí, este verdor que me acompaña al caminar, y fortalecida, extiendo los brazos para alargándolos, abarcar el jardín entero, buscando la fortuna de dilatar mi amor por el. ¡Ven conmigo aliento!, asoma por fin tu sonrisa, y vive libre esa respiración profunda que hace tiempo no existía.

Rebusco sin darme cuenta las sinfonías que quizás, meciéndose en mi contorno, me hagan volar como aquellas florecillas de almendro, que con una ráfaga pequeña de viento, se desprenden para bailar la coreografía siempre extraordinaria de la belleza. Si quieres, transforma tú también el ambiente, entonando uno a uno esos corazones que te encuentras cada día. Fíjate, y vive en ellos el reflejo de su pasado. Quizás fue una vida dura, y las arrugas marcadas en sus semblantes nos seducen con infinita ternura para, con alegría, entablar muchas, incontables conversaciones con todas aquellas miradas preciosas.

Con la luz de esta nueva primavera, observa las pinceladas de los detalles, pues ellos son los que nos acompañan en nuestros días repletos de metas.


jueves, 19 de mayo de 2016

DEDADA DE MIEL

Esos ojos, me intrigan…, hablan sin mirar, y mirando no sé si consiguen conversar. Expresan la reflexión, de quien busca el momento esperado para pronunciar sus palabras.

Dicen que en la guerra nunca se sabe cómo irá la batalla, y que por esta razón, se camina cada día con la cautela de la lucha bien definida, perfectamente organizada. Mas en ella hay soliloquios que hieren, creando desiertos cuya arena esconde durmiente la alegría. Es entonces cuando surge una pregunta: ¿Habrá felicidad en la habitada aridez? Quizás, sea en este trance cuando resplandezcan luces nuevas dentro de nosotros, y en un insignificante segundo, llegue el movimiento, cautivando lo más profundo de nuestras almas.

Es obvio que la felicidad existe cuando te das por entero; que cuanto más amamos, más felices somos, y por este motivo, no importa perder la propia vida; ¿para que la queremos si no? A la sazón, si se consigue algo egoístamente, es porque no fuimos conscientes de ello; y si alguna vez se frunció el ceño, la razón es, que se nos escapó sin querer el gesto.

Es así que la vida va esbozándose entre alegrías, y soplos jaspeados de algún que otro cansancio. Ahora aprehendemos el índigo, que iluminado por unas coordenadas distintas, no puede confundirnos, pues en su azur reside el Esplendor. Es de esta manera que la brisa, acogiendo alientos helados que le llegan, los trueca al instante en cristales preciosos…, y entonces, súbitamente, aparece un oasis en aquel páramo.

No se puede obviar que ésta, es una dedada de miel que sorprende, envuelve e intriga, dilatando aquellas pobres miras que albergamos. De lo invisible, nacen llamas diversas que provienen de una hermosa hoguera, cuya lumbre delicada y agradable, no se esperaba.

Henchidos por tanta pasión, queremos detener la ventisca para conquistar dominios que creíamos imposibles; y por fin, luchamos por reconquistar, aquellas grandezas extraordinarias que viven ocultas en las simas más profundamente olvidadas de nosotros mismos. 

Conquistaremos con nuestra pericia, este nuevo océano velado y lleno de vida que desconocíamos, e impresionados por nuestro propio aliento, gustaremos del perfume de lo que vive, no existiendo en nuestro camino obstáculos invencibles.

¡Qué hermoso es acicalar la vida con la suave rutina de los sucesos de la jornada, involucrando a todos los que pasan en un sinfín de correrías!… Son lidias llenas de victorias y derrotas las de cada día. ¡Qué fortuna! Mira, existen otros rubíes que no buscábamos, y aquí están. 

¡Trabaja…, trabaja, por favor!



jueves, 12 de mayo de 2016

ROBADAS AL AIRE

Mis palabras hoy son mensajes que tal vez oí de otros… Quizás se las robé al viento en un descuido; a lo mejor, esa brisa se relajó cuando envolvía la mañana, y los vocablos llegaron libres, y los acogí tiernamente abrazándolos en el alma.

Repetí en mi cabeza, despacio lo que decían; y aquellos insistentes susurros ciñéndome, quisieron buscar una entrada para quedarse. Era una nueva alborada para aquellas palabras. Y así escuché:

Otra vez estás aquí; bajaste en esta estación, cuando deberías haber seguido sin detenerte en un viaje interminable hacia la eternidad… ¡Qué frágil es tu aroma, soledad!

Otra vez, combinas momentos, lugares, estilos… Sutilmente te acoplas en todo lo que somos, proporcionándonos una sed espantosa. ¡Qué levemente nos atrapas, melancolía!

Otra vez, te da igual a quién llegues; buscas sin descanso, aquel segundo en el que triunfarás enamorando el ser de tantos. ¡Qué tramposa eres, tristeza!…

Me quedé quieta, escuchando aquellas frases que cantaban una y otra vez su murmullo. Fue entonces, cuando saciada de emociones, estreché segura, con todo mi cariño, al Amor que llevo conmigo.

Todavía estaba el Cielo saltarín dentro de mi pensamiento, cuando musité aquellas palabras que ahora salían descolocadas hacia fuera… Ya no eran esas que acogí, sino otras distintas. Se diría que eran voces, que saliendo de dentro, buscaban el renacimiento de aquellas primeras. Volaban libres hacía sus destinos, acariciando un nuevo aire; y eran muchas, muchas…

Hoy seguiré dando, seguiré adelante, seguiré sonriendo, creyendo, regalando, sembrando, gritando, bien pensando. Continuaré hablando de paz; viviré soñando, seguiré siendo niña, continuaré extendiendo mis sentidos para buscar la belleza, y besar la verdad; seguiré ilusionándome, levantándome; seguiré, continuaré…

Las palabras robadas al aire, hoy se han transformado.

Te espero en el camino de mi vida, por si quieres ayudarme con este ánimo fuerte, que ahogue la soledad de la humanidad, y asfixie la melancolía y la tristeza para siempre.

lunes, 9 de mayo de 2016

DE NUEVO

El mar espera, y en aquel piano ya nadie toca. Las melodías se perdieron, y ahora vuelven a mis oídos, cariñosas como seda que acaricia al tacto; mas a la vez, se descubren distantes, rotas, inconexas… 

Liberada por fin de un sueño, abracé sin saberlo un océano colmado de mareas espumosas, cuyas danzas cimbreantes, tejieron a su paso sinsabores en grandes ánimos. De este modo, las escurridizas burbujas, ocuparon con su denso respirar el espacio vital que a éstos rodeaba.

Apretando fuertemente las manos, quise acabar con las simplezas de la vida, y tratando de recomenzar, disfruté con la felicidad de la tradición que tanto embelesa mi alma. Observé entonces con nostalgia, aquellos guantes blancos que ya nadie utilizaba, y acariciándolos en mí, sonreí con ternura pensando en un futuro.

¿Hasta dónde estoy dispuesta a llegar? He dado todo; lo que construí ayer, lo que perfuma el presente, y la sonrisa del mañana. No vivo para la furia, ni tampoco para oír, ni siquiera de lejos, aquellas tormentas del piélago oscuro, que de vez en cuando me sorprende con sus oleajes. En ocasiones sí…, he sentido el frío del certero témpano que en derredor alborota, y al huir de él, cedí cada minuto que creí mío.

De nuevo hoy intuyo Tu mirada, y todo se pasa.

Ciertamente el mar espera, y sigue esperando… mi historia. 


martes, 3 de mayo de 2016

FAMILIA

Empujé un poco la puerta y ésta se abrió despacio… Entrando en la habitación respiré un aroma peculiar. Era una mezcla de ilusión y melancolía, aderezadas con un toque de tisanas diferentes… no sé muy bien cómo expresarlo; su perfume me supo a… cariño.

Mirando despacio, descubrí lo que entretejía toda aquella estancia, pero no quise verlo en un principio, y esperé, pues podía conmigo el curiosear todo lo iba descubriendo. Sin pensármelo dos veces, rebusqué en todos los rincones del salón.

Los cuadros que embellecían las paredes tenían gran solera, y caían colgados de forma anticuada, a la moda de antaño. Había alguna acuarela, varios lienzos pequeños de paisajes frondosos, y algunos trabajos de labor; bordados que hacían nuestras bisabuelas en aquellos bastidores que alguna vez tuve entre mis manos…

Recordé entonces, cuando de niña bailaba con mi padre. Me subía en sus zapatos, y estirando mi brazo izquierdo, me agarraba con el otro de su cintura con fuerza. No dejando de mirarme, danzábamos los dos al compás de la música romántica que sonaba en el tocadiscos… Me sentía una princesa con suerte, pues la reina me había dejado bailar con el rey.

Desperté del recuerdo sonriendo y añorando. Mirando la chimenea cercana se adivinaba vida, calor, familia, risas…, también llantos que abrazaban soledades y desconsuelos; pero me dije: “de estos últimos, pocos”.

Inmediatamente me senté en uno de los sillones de estilo isabelino que allí se encontraban, y acariciando su gastada tapicería sedosa, cerré los ojos despacio. Consciente de la vida tan bonita que he vivido, pensé que mi agradecimiento tendría que ser infinito; que aunque tuviera miles de vidas, nunca correspondería a tanta dádiva.

A mamá la tengo junto a mí. Es un obsequio imposible de agradecer. Su sonrisa, consejo y amistad, me han acompañado siempre, y estar junto a ella me agranda el corazón. Nadie como mi madre me alienta, me cuida, me quiere… ¡Gracias mamá!, ¡siempre gracias!

¿Qué hubiera sido de mí sin el amor de mis padres? Si no me hubieran querido, ¿sabría yo querer?

Bendito aroma de familia, que me ha hecho evocar la dicha de mi niñez, y de mi vida entera.