martes, 3 de mayo de 2016

FAMILIA

Empujé un poco la puerta y ésta se abrió despacio… Entrando en la habitación respiré un aroma peculiar. Era una mezcla de ilusión y melancolía, aderezadas con un toque de tisanas diferentes… no sé muy bien cómo expresarlo; su perfume me supo a… cariño.

Mirando despacio, descubrí lo que entretejía toda aquella estancia, pero no quise verlo en un principio, y esperé, pues podía conmigo el curiosear todo lo iba descubriendo. Sin pensármelo dos veces, rebusqué en todos los rincones del salón.

Los cuadros que embellecían las paredes tenían gran solera, y caían colgados de forma anticuada, a la moda de antaño. Había alguna acuarela, varios lienzos pequeños de paisajes frondosos, y algunos trabajos de labor; bordados que hacían nuestras bisabuelas en aquellos bastidores que alguna vez tuve entre mis manos…

Recordé entonces, cuando de niña bailaba con mi padre. Me subía en sus zapatos, y estirando mi brazo izquierdo, me agarraba con el otro de su cintura con fuerza. No dejando de mirarme, danzábamos los dos al compás de la música romántica que sonaba en el tocadiscos… Me sentía una princesa con suerte, pues la reina me había dejado bailar con el rey.

Desperté del recuerdo sonriendo y añorando. Mirando la chimenea cercana se adivinaba vida, calor, familia, risas…, también llantos que abrazaban soledades y desconsuelos; pero me dije: “de estos últimos, pocos”.

Inmediatamente me senté en uno de los sillones de estilo isabelino que allí se encontraban, y acariciando su gastada tapicería sedosa, cerré los ojos despacio. Consciente de la vida tan bonita que he vivido, pensé que mi agradecimiento tendría que ser infinito; que aunque tuviera miles de vidas, nunca correspondería a tanta dádiva.

A mamá la tengo junto a mí. Es un obsequio imposible de agradecer. Su sonrisa, consejo y amistad, me han acompañado siempre, y estar junto a ella me agranda el corazón. Nadie como mi madre me alienta, me cuida, me quiere… ¡Gracias mamá!, ¡siempre gracias!

¿Qué hubiera sido de mí sin el amor de mis padres? Si no me hubieran querido, ¿sabría yo querer?

Bendito aroma de familia, que me ha hecho evocar la dicha de mi niñez, y de mi vida entera.


2 comentarios:

  1. Poder gozar de los padres el mayor tiempo posible es una bendición. Dichosa tú.

    ResponderEliminar