Empujé
un poco la puerta y ésta se abrió despacio… Entrando en la habitación respiré
un aroma peculiar. Era una mezcla de ilusión y melancolía, aderezadas con un
toque de tisanas diferentes… no sé muy bien cómo expresarlo; su perfume me supo
a… cariño.
Mirando
despacio, descubrí lo que entretejía toda aquella estancia, pero no quise verlo
en un principio, y esperé, pues podía conmigo el curiosear todo lo iba
descubriendo. Sin pensármelo dos veces, rebusqué en todos los rincones del
salón.
Los
cuadros que embellecían las paredes tenían gran solera, y caían colgados de
forma anticuada, a la moda de antaño. Había alguna acuarela, varios lienzos pequeños de paisajes frondosos, y algunos trabajos de labor; bordados que
hacían nuestras bisabuelas en aquellos bastidores que alguna vez tuve entre mis
manos…
Recordé
entonces, cuando de niña bailaba con mi padre. Me subía en sus zapatos, y
estirando mi brazo izquierdo, me agarraba con el otro de su cintura con fuerza.
No dejando de mirarme, danzábamos los dos al compás de la música romántica que sonaba
en el tocadiscos… Me sentía una princesa con suerte, pues la reina me había
dejado bailar con el rey.
Desperté
del recuerdo sonriendo y añorando. Mirando la chimenea cercana se adivinaba
vida, calor, familia, risas…, también llantos que abrazaban soledades y
desconsuelos; pero me dije: “de estos últimos, pocos”.
Inmediatamente
me senté en uno de los sillones de estilo isabelino que allí se encontraban, y
acariciando su gastada tapicería sedosa, cerré los ojos despacio. Consciente
de la vida tan bonita que he vivido, pensé que mi agradecimiento tendría que
ser infinito; que aunque tuviera miles de vidas, nunca correspondería a tanta
dádiva.
A
mamá la tengo junto a mí. Es un obsequio imposible de agradecer. Su sonrisa,
consejo y amistad, me han acompañado siempre, y estar junto a ella me agranda
el corazón. Nadie como mi madre me alienta, me cuida, me quiere… ¡Gracias mamá!,
¡siempre gracias!
¿Qué
hubiera sido de mí sin el amor de mis padres? Si no me hubieran querido, ¿sabría yo querer?
Poder gozar de los padres el mayor tiempo posible es una bendición. Dichosa tú.
ResponderEliminar¡Qué verdad tan grande! Doy gracias por ello.
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