A veces no esperamos…, estoicos
no movemos un dedo, dejando que nuestra esperanza se oscurezca. ¿No te das
cuenta que siempre se nos obsequia con más de lo que soñamos? Sólo hace falta
que seas consciente, que estés en ello, que seas agradecido.
Observando aquel cuadro
de familia que embellece la estancia, la vista se fija en un pajarillo que
tiene un niño en la mano; éste le sujeta, sin oprimirle. Parece estar a gusto
el cuco, y encontrándose protegido, mira hacia el rostro del pequeño con gran
serenidad.
En ocasiones, estamos
tan plenos de serenidad…, que desearíamos no terminaran nunca esos momentos.
¡Cómo me gustaría ser ese pajarillo! -podemos pensar-, sin preocupaciones; querido, cuidado, mimado… Pero el ave está hecha para volar, no para estar en manos de nadie. Recapacitar en esto nos hace rectificar.
¡Cómo me gustaría ser ese pajarillo! -podemos pensar-, sin preocupaciones; querido, cuidado, mimado… Pero el ave está hecha para volar, no para estar en manos de nadie. Recapacitar en esto nos hace rectificar.
Aunque hoy estemos
cansados del camino… ¡A volar!