jueves, 9 de julio de 2015

VOLAR

Quisiera remontar el vuelo, recomenzar otra vez la carrera, y con el ímpetu de un amor nuevo, alcanzar todas las lomas de los cirros más altos, para dejarme caer suavemente, y posarme con el alma joven, alegre, lustrosa y llena de felicidad, en lo más sencillo de esta tierra, es decir, en un jardín de senderos que me animan a soñar. Y de eso se trata en realidad.

Y es que pienso que aquella fue una jornada muy especial. Los días son únicos, si tu quieres que lo sean, y además, suceda lo que suceda. Pero también, hay momentos singulares en función de fechas, situaciones y lugares, los cuales hacen que tales instantes, y en general todo ese tiempo sea exclusivo.

Me gustaría que vierais, todos los dibujos que me entregaron estas personillas encantadoras, y sobre todo lo que escribieron de su puño y letra. 

Hay expresiones muy graciosas.  Por ejemplo: ¿Cómo puede ser que escriban ¿“¡¡Guapa!!, ¡¡Pivón!! Saluda a la “fición”?  Me dio tal ataque de risa lo de la “fición, que contagiando a las pequeñas, formamos un coro de carcajadas enorme, llamando la atención de las personas que pasaban por la puerta de la biblioteca.

Al cabo de un rato, miré las hojas que estaban repletas de firmas de colores, de dibujos de animales, caras sonrientes de distintas formas y tamaños, corazones, espirales, letras que cobraban vida…

Ellas son las más pequeñas de la biblioteca. Hacen sus deberes, y me preguntan sin cesar. Esa tarde se acercaron dos de ellas a mi mesa con intención de sonsacarme algo:

-            - “Princesa, “en” ¿qué es?”
-            - Vamos a ver, ¿a vosotras qué os parece?, ¿Qué estáis estudiando en clase?
-           -  Pues… las preposiciones.
-            - Bien, dímelas a ver si encontramos “en”
-            - A, ante, de, hasta….
-            - Bueno, bueno, te saltas algunas ¿no?  Empieza de nuevo…

Y así fuimos repasando todas las preposiciones, llenando los huecos que había entre ellas.

María iba diciéndolas, y repentinamente me miraba, callaba y me decía: “Princesa, gracias; y seguía de nuevo: “cabe, con, contra, de....”, y nuevamente volvía a agradecérmelo. Y así, una y otra vez. ¡Cuánto tenemos que aprender de la grandeza los niños!

Como tenía algunas alumnas de 2º de bachillerato estudiando, les rogué que guardaran el máximo silencio, y ante mi asombro, fueron unas “campeonas”, porque estuvieron muy, pero que muy calladas.

Al finalizar la actividad de Biblioteca, se fueron marchando, más o menos, con sigilo, y volviendo sus caritas para despedirse, según pasaban, algunas de ellas, me daban unas hojas de papel arrancadas de sus cuadernos.

-            - Las leeré luego, les prometí.

¡Qué corazones tan deliciosos tienen estas niñas, se descubren en sus miradas!

A modo de “pintadas”, graciosas e ingenuas, van poniendo frases, besos, guiños, florecillas… Todo ello me encandila por su inocencia y sobre todo por el cariño que demuestran.

-  “The Princess of the Library” (se nota que somos bilingües),
-  “Por las noches te metes en los cuentos”;
-  “Tienes un corazón…, o sea que nunca cambies”;
-  “Nos animas a leer libros chulos”;
-  “Eres buena y no regañas”… (Aquí pensé: no recuerdan cuando les doy una reprimenda, y me pongo el gorro de “Bruja Curuja”…)

Y así, frases y frases en cinco páginas de cuaderno.

Lógicamente invité a todas a un caramelo, ¡pues no faltaba más! Ellas lo esperaban como agua de mayo, y no hacían más que mirarme con sus ojillos pilluelos y sus amplias sonrisas… Con esto me conquistan siempre.

Qué alegría da contentar a los demás... Pero no siempre es fácil. Hay que conseguirlo a base de querer esforzarse, de querer superarse uno mismo. Hay que querer conquistar el corazón de los otros, y esto a veces cuesta mucho.

En ocasiones, surgen dificultades porque a las personas que quieres contentar, no les parece buena idea lo que propones, aunque sea bueno para ellas. Entonces hay que buscar otros caminos: atravesar montañas grandes y pequeñas, e incluso algunos escollos; nadar, o hacer parapente, para conseguir sacar una leve sonrisa. Eso sí, siempre merece la pena intentarlo, aunque no se consiga en esa ocasión.

Ese día, en el patio, Laura, de 4º de Primaria, se acerca y me dice:

-            - Princesa, ¿has ido esta noche a ver al sapito Juan? 
        - Pues no, fui a ver a Momo, que hacía muchísimo tiempo que no la visitaba. 
        - Entonces no sabes que nos hemos casado.
-          -- ¿Qué me estás contando?, Qué raro..., una noticia así se sabe en toda Fantasilandia, y si embargo no me han dicho ni “mú” sobre eso.
-            - Bueno, -dice Laura-, es que lo hicimos en secreto.
-            - ¿Y sigue siendo sapo?, le pregunté.
-            - Pues sí, -me contestó- pero se le pasará poco a poco.
-            - Ah!!... pues iré a verle esta noche, ya te contaré mañana.

Mi cara llenándose de asombro, desconcertó a otras pequeñas que, enseguida me cercaron y preguntaron ¿Qué te pasa Princesa? ¿Qué te ha dicho Laura? ¡Cuenta, cuenta!  Y entonces les doy la gran noticia de la boda… Estuvimos un buen rato hablando todas sobre ello, y preguntando a la protagonista cómo había sucedido tal acontecimiento.

Me gusta que me sigan las conversaciones con fantasía, cada vez es más frecuente. Igual que hablan con la teacher en inglés, con la tutora de cosas de clase, cuando vienen a mí, hablamos con fantasía de los cuentos y… hay que ver, que ¡ya comienzan a usar la imaginación de verdad!

Qué importante es soñar. ¡Soñar hace crecer la esperanza!

Tener sueños, muchos sueños, grandes sueños, te hace capaz de muchas cosas inimaginables. Te animan a ser audaz, valiente, leal, sincero, alegre y un largo etc.

Estas pequeñas están aprendiendo, y de seguro, surcarán los aires en un futuro no muy lejano.


¡Sueña, sueña... para luego volar!



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