Desde donde estoy advierto el movimiento de las
ramas de los árboles cercanos quienes, empujados por un vientecillo veraniego,
acentúan su existencia en la acera de este lado de la calle.
Observo las curiosas jardineras cercanas, y
sintiendo el frescor que albergan sus sombras, me engatusan de tal manera, que no
tengo más remedio que escaparme hacia ellas. Entonces, sumergiéndome en un
santiamén entre los esquejes acogedores de este frondoso macetero, descubro un
mundo nuevo.
Una vez dentro, salto de una rama a otra, y juego
con las hojitas. Pido permiso para arrancar una pequeñita y con asombro veo que
está ya en mi mano, -cualquiera diría que quería salir de ahí con premura-. Doy
las gracias con una reverencia, y como hace mucho calor, me abanico alegremente
con este pétalo.
Juego entre el verdor y de vez en cuando me detengo;
paseo contemplando con ojos vivarachos todo lo que me rodea. Me encantaría
toparme con algo diferente, como si yo fuera Alicia en el país de las
maravillas caminando por aquel jardín.
La mata está cubierta con hojas y flores que me
llaman la atención, porque son todas distintas entre sí, tanto en formas, como
en colorido.
“¡Qué extraño! –musité-, este
setito es muy particular. Jamás había visto tanta variación en una sola planta”.
Sorprendida por esta variedad, examino cada florecilla que me encuentro, cada
tallo que descubro, cada aroma que me embarga…, estoy cautivada por la belleza
de este lugar.
Ocurre aquí el silencio, abundante silencio.
Escucho únicamente el débil silbido de unos hilillos de aire que, jugando al
“pilla, pilla” entre las hojas, producen un pitido juguetón. Me gustaría mucho travesear
con ellos…
Percibo que algunas ramas se entrelazan y forman
algo semejante a balancines, ¡con lo que
me gusta columpiarme! -pensé-, y corriendo, sin pensármelo dos veces, me
encaramo a uno de ellos. Ahí estoy un buen rato. Mientras me mezo, canto y
aspiro el perfume de las distintas flores que me rodean.
Es un magnífico sitio para estar unas horas de
asueto… Pero yo necesito buscarte en todo tiempo y lugar, y si no te encuentro
donde estoy, entonces, aunque sea un edén, prefiero marcharme.
Inesperadamente escucho tu voz que me llama
suavemente. No acierto a saber cómo es tu tono de voz, pero me fascina pensar que
es distinguido, varonil, cariñoso… Entonces, me enamora pensar que no hay nadie
como Tú, que aún siendo muy pequeña, me buscas para estar contigo, como ahora, que
estoy en una matita escondida.
Vaya...vaya...aún te preguntas q tendrás?
ResponderEliminarSi, querida/o anónima/o, aún me lo pregunto.
EliminarGracias mil por tu comentario.
¿Por qué será, que somos capaces de admirar y reconocer las cualidades y dones de los demás y sin embargo nos cuesta ver nuestra propias cualidades y dones?
ResponderEliminarAdmiro tu humildad querida amiga...pero considero que también es necesario ser conscientes de nuestras aptitudes para poder dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento...
Te recomiendo que le pidas a tu amigo ALETAS...que se de una vueltecita por una zona por encima del corazón y quite la posible suciedad que te impide ver aquello por lo que Él te busca y por lo que tanto le gustas.
;)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn chorro de frescura es este nuevo post
ResponderEliminarQue bien que te guste!!
ResponderEliminarGracias por leerlo.
Muchísimas gracias a marsha soccummitha, por haber hecho click en google +1.
ResponderEliminarMe ilusiona que me leáis desde tan lejos. Ojalá sigáis haciéndolo y os animéis a hacerme algún comentario.
Muchos besos.