jueves, 18 de junio de 2015

HORIZONTE

Hoy es uno de esos días radiantes y alegres. Uno de esos que te “guiñan un ojo” para invitarte a salir.

Hay jolgorio por los pasillos, y es que la primavera está en su punto álgido, y para un puñado de jóvenes es sinónimo de entusiasmo, risas, chillidos, canciones, palabras que no cesan…

Voy sorteando alguna que otra conversación de ese bullicio, y se me va la vista a la mañana, a su azulado reflejo. Me mira, se fija en mí con su refulgente claridad. ¡Tantas veces consigue embelesarme! Con su tranquilidad me envuelve y logra que aflore en mí la quietud y la calma.

El albor se descubre hoy por entre los rojizos edificios, los cuales, en sus balcones blancos y toldos coloridos, reflejan la dorada estrella que despunta con fuerza. Se diría que el día nos invita a despertar con premura.

Volviendo la vista atrás, recuerdo cómo de reojo, en el amanecer buscaba la claridad que se cuela por las rendijas de la persiana.

¡Qué gusto!, hoy no tengo prisa. A la sazón estiro los brazos, que buscan el encuentro con el diminuto haz de luz que cruza la habitación. Me gusta y alegra el poder disfrutar de un tiempo nuevo.

Una vez en pie, voy corriendo a la ventana para observar el horizonte… Las hermosas cumbres de la Sierra se dejan ver a lo lejos. No aparto la vista, y escudriño contemplando, todo lo que aparece en la lejanía y que aparenta no acabar nunca. ¿Qué es lo que busco?

Mis pupilas descansadas por el sueño, vuelan y persiguen ese confín que parece escapar a cada segundo.

Por favor, ¡no te vayas!, quiero seguirte; necesito descubrir qué escondes tras esa sonrisa perpetua que me concedes. Sé que por allí, asoma el calor y que también nace la luna, pero… ¿qué más encubres?

Tu reflejo a veces es azul y otras, irisándolo con picardía, haces que aparezcan colores incomparables, imágenes insólitas y sombras que me fascinan…

¿Cuándo conseguiré cautivarte, para que me des a conocer tus tesoros?

Tornaré una vez más a esperar un nuevo atardecer, para volver a mirarte. Y mirando y remirando, quizás me concedas algo con lo que soñar en la nueva noche; y acaso amanezca una nueva aurora haciéndome un guiño juguetón e invitándome a salir para volver a contemplarte.

8 comentarios:

  1. “Rasgos y palabras” dos palabras que a mi parecer se quedan cortas para definir tus escritos.
    La profundidad, sensibilidad, ternura, optimismo, alegría, esperanza, consuelo…pero sobre todo el alma y el corazón que expones en ellos, no pueden dejar indiferente a nadie que los lea.
    Y es que alguien que expone así su manera de sentir y percibir la vida, solo puede ser alguien con una inmensa riqueza interior, profundos valores y un amor tan grande que si no lo dejara salir de vez en cuando, su corazón no lo podría resistir y acabaría por explotar. Porque ahí esta la cuestión… su corazón se nutre de dejar salir lo que lleva dentro y regalarselo a los demás. Y al renovar el interior de ese corazón, la riqueza interior y el amor puro e incondicional van ganando poco a poco en intensidad y perseverancia.
    Un gesto, una palabra, una mirada, incluso el silencio en un determinado momento…que haga mover los sentimientos de alguien….¿existe regalo más grande?
    No dejes de mover los sentimientos y de tocar a las personas con tus palabras…

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    1. Querido Anónimo:
      Lo primero de todo, perdona por la tardanza en contestarte.
      Luego…, no sé qué decir ante estas palabras, Sólo pienso: ¡¡Si me conociera… no diría estas cosas!!
      Me emociona pensar, que lo que escribo puede ayudar a alguien; que lo que cuento, logre conmover a alguna persona, y que sería fabuloso que ayudase a muchos a ver las cosas con optimismo, con esperanza, con alegría, con ternura, con otros ojos…
      ¡Ojalá mi corazón regalase tanto como dices!, no quisiera hacer otra cosa.
      Al principio del blog digo “me ilusiona regalarte mis palabras”… y me conmueve el darme cuenta, que tu recibes este regalo acogiéndolo de verdad. Te lo agradezco mucho, y también, que me hayas regalado a mí las tuyas, todas esas palabras tan hermosas.
      Millones de gracias por tu comentario tan cariñoso y profundo.

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    2. Un placer! Pero ¿Quién ha dicho que no te conozco?

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    3. Srta. Si no te importa... ;)

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  2. Pues, un placer!! Sr. Anonimo conocido.

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    1. Jajajajaja...anónima en todo caso

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    2. Le ruego me disculpe, Srta. Anónima.
      Encantada de conocerla.

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    3. Está usted disculpada Srta. Carmey....es lo que tiene no tener el poder de la clarividencia...;)

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